Desensibilizando el dolor
El dolor y el miedo comparten muchos puntos en común, quizá más de los que creemos. Si nos paramos a pensar ambos términos son superponibles en muchas circunstancias.
En el dolor crónico, el miedo es el sentimiento predominante de todos aquellos que lo acompañan. Hay miedo a sentir la sensación desagradable física, hay miedo a no poder realizar las actividades cotidianas, a no poder trabajar, a no poder estar con los amigos, con la familia, hay miedo a que nos sorprenda, hay miedo a que no desaparezca, hay miedo a que sea el síntoma de una enfermedad incurable, de que oculte un gran daño… Hay tanto miedo en el dolor crónico, que el paciente se siente paralizado.
Cuanto más tiempo ha padecido un paciente dolor, el simple pensamiento, la realización o la visión de aquellas actividades que normalmente desencadenan el dolor, lo desencadenarán. Ocurre de forma parecida a cuando desarrollamos una fobia.
Por razones muchas veces desconocidas, animales, situaciones, espacios, nos provocan pavor. Esta personificación del miedo se denomina fobia. Las fobias provocan muchos síntomas físicos en las personas que las padecen, tales como sudoración, taquicardia, pérdida de conciencia, etc. Normalmente si se evita el objeto o situación que la provoca no desaparece el problema, ya que en cualquier circunstancia no controlable, esos desencadenantes pueden aparecer inesperadamente. El mejor tratamiento para las fobias es la desensibilización.
Esta terapia consiste en la aproximación sucesiva del sujeto a situaciones que le producen las conductas asociadas con la fobia. Se realiza de una forma muy gradual y continua. De forma que en un periodo extendido en el tiempo la persona sin darse cuenta se encuentra junto a los objetos o en las situaciones que le producían tanto terror. El vencer de esta forma la fobia provoca una sensación de éxito y un gran empuje de ánimo y poder para el paciente.
En el dolor se ha visto que este paradigma de tratamiento también se puede aplicar y que junto con muchas otras terapias formaría parte del inicio del tratamiento.
Aunque funciona mejor para dolores neuropáticos, se ha visto que puede ser útil en todos los dolores crónicos, no tiene efectos adversos, aunque requiere interés y compromiso. Definitivamente, vale la pena problarlo.
Para la desesibilización del dolor el paciente tiene que practicar a diario, por un periodo de 2 a 4 semanas fijando su atención en movimientos en videos/películas o de la vida diaria de la gente, también fotografías o imaginando situaciones en las que otra gente mueve la parte del cuerpo que el paciente tiene dolorida. Ejemplo: si se tiene dolor lumbar, acercarse a ver trabajadores cargando y descargando cajas de materiales pesados, o videos de you tube en los que se haga eso. De esta forma se trabaja reeducando al cerebro, a la corteza cerebral, a que se puede mover esa parte del cuerpo sin presentar dolor.
En algún momento del futuro, el cuerpo, aquella parte corporal enferma comenzará a reproducir los movimientos que ha ido grabando con todos los sentidos e irá perdiendo el miedo, ese sentimiento enorme que vive en el dolor. De esta forma, estoy segura, la victoria de los tratamientos sucesivos estará servida.
Saludos!
Muy buena la entrada. Estoy de acuerdo con que la desensibilización del paciente hacia el dolor, o el desecandenante del mismo puede funcionar (y funciona).
Pero, cuando expones la desensibilización, ¿también se incorporan otras formas de tratamiento del dolor? El paciente puede ser tratado con analgesia, terapia manual, acupuntura, fármacos, etc.. o simplemente con la exposición se preveé que el dolor vaya disminuyendo paulatinamente?
Un saludo y gracias 🙂
Gracias Oscar por el comentario. La desensibilización está indicada al comienzo, junto con el arsenal de herramientas para abordar la patología dolorosa, con especialmente buenos resultados en dolor neuropático. Forma parte de los ejercicios previos a la terapia con imágenes motoras graduales, que ya explicaré en siguientes entradas. Explicar al paciente el sentido de la desensibilización es muy importante y pautárselo bien y mandárle los ejercicios como tarea para casa, provocando de esta forma el compromiso y la actitud proactiva del paciente. Yo lo realizo como herramienta inicial y conjuntamente con otras técnicas terapeúticas, elegidas según el paciente y la patología, tales como: acupuntura, tuina, moxibustión, terapia neural, bloqueos, fármacoterapia y fitoterapia.
Espero que haya aclarado. Un saludo 😉
¡¡¡Maravillosa entrada!!!. Le felicito por esta entrada Doctora Leiva. He sabido de usted por twitter que escribia sobre cursos de Neurobiología del Dolor a los que he asistido con Arturo Goicoechea y Lorimer Moseley. Es genial que cada vez más sanitarios, tanto médicos, enfermeros, psicólogos, fisioterapeutas, etc. estemos actualizando este nuevo paradigma tan interesante que es la Neurobiología del Dolor. Con su permiso enlazaré esta entrada a mi sección de «Conociendo el Dolor» de mi blog. Un saludo: David C.F.
Gracias David! estoy de acuerdo, justos podemos cambiar el estatus quo del abordaje clásico del dolor. Un saludo 😉
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